GARNACHA TINTORERA
Es una variedad de porte erguido y vigor medio, muy fértil que normalmente da producciones altas, de ciclo largo con una brotación temprana y maduración tardía necesitando climatologías con abundantes horas de sol. Es muy sensible al mildiú, excoriosis, viento y corrimiento, moderadamente a la botrytis y poco al oídio y a la sequía.
Los vinos que produce tienen una muy importante carga cromática y en las latitudes gallegas es difícil alcanzar las maduraciones necesarias para domar su importante expresión vegetal; mantiene muy bien la acidez y aporta una buena aromática frutal y floral.
En la D.O. Ribeiro su cultivo está en receso. Se utiliza mezclada con otras variedades donde aporta color y acidez o como monovarietal.
http://ribeiro.es/nuestros-vinos/variedades-de-uva/variedad-resumen/?id=14
Vino, historia y arte en una garnacha de los Moure
25 de octubre de 2014 04:50
No es el primer vino que saca al mercado Moure Viños Artesáns, la «división plurivarietal de Adegas Moure», pero es uno de los más relevantes en el fondo y en la forma.
Lleva por nombre A rosa do viño, título de un libro de Xavier Castro sobre la historia vitícola de Galicia, y luce en la etiqueta una ilustración diseñada para esta marca por el artista de O Saviñao Pepe Barxa.
La idea surgió durante una charla del escritor en Escairón. Castro explicaba a los presentes el porqué del título de su obra. Cómo los viejos tintos «que criaban sangre» dejaban unos trazos oscuros en la taza similares a los pétalos de una flor, la metáfora que inspira A rosa do viño».
Xosé Manuel Moure, que se encontraba entre el público ese día, reparó en que la bodega tenía una barrica con un vino que encajaba a la perfección con esa imagen. Será el que salga, con el sello de Moure Viños Artesáns, antes de la próxima campaña navideña.
El vino lleva un 75% de garnacha. «Non o alicante de despois da filoxera. É a garnacha antiga que tiñamos en Galicia e que, por desgraza, a xente foi arrincando coa febre da mencía», explica Moure.
El 25% restante del vino, que se elaboró en una barrica de cuatrocientos litros, es precisamente mencía y tempranillo. En esta primera edición, que corresponde a la cosecha del 2013, la tirada será muy reducida, de poco más de quinientas botellas.
Pero los resultados convencieron a los Moure, que piensan ir incrementado la producción en sucesivas añadas con la misma mezcla de variedades e idéntica filosofía: «fundir nun mesmo proxecto cultural -xa que o viño é cultura- literatura, pintura e viticultura».
De cada botella de A rosa do viño colgará un pequeño envoltorio en el que se podrá desplegar una reproducción de la etiqueta firmada por su autor, Pepe Barxa.
El vino aún duerme en bodega en A Cova, pero algunos críticos de prestigio le han hecho llegar su opinión a los Moure.
José Peñín, editor de la guía que lleva su nombre, solo le ha visto una pega: que al menos en esta primera cosecha no haya más botellas.
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Santiago
Neruda le dedicó una oda y Baudelaire invitaba a emborracharse con él "sin tregua". Intelectuales gallegos como Castelao o Bóveda, además de a los consabidos usos lúdicos, aludieron incluso al poder del vino para "construir una patria". Fue en A Nosa Terra, en 1934, donde las dos figuras del nacionalismo gallego se cebaron con los desleigados que sucumbían a modas externas. "Quen en Galicia toma aperitivos alleos, auga pintada con nomes pomposos en vez do noso insuperable branco Ribeiro, é un inimigo da patria", decían.
El vino, que en Galicia fue durante siglos bebida de unos cuantos afortunados, centra el último trabajo del historiador Xavier Castro (Cangas do Morrazo, 1954), que ayudándose de ordenanzas municipales, tratados de higienistas y médicos, refraneros, obras literarias y conversaciones con taberneros, bodegueros y vecinos ha trazado una historia cultural del licor más exportado de la comunidad.
Un buen caldo tenía que ser tinto, espeso y con mucho color
El consumo del hombre era público, el de la mujer, a veces a escondidas
A rosa do viño. A cultura do viño en Galicia (Galaxia) repasa los usos sociales del vino, las formas de consumo y la pertenencia de clase que implicó su consumo a lo largo de los siglos. "El blanco era para los ricos y se sacaba para las visitas", explica Castro, profesor de Historia Contemporánea en la Universidade de Santiago. El prestigio lo tenía el blanco, pero el vino del pueblo fue siempre el tinto, "espeso y con mucho color", que favorecía el crecimiento de los niños y el restablecimiento de las mujeres después del parto. Un buen caldo debía pintar la taza y dejar una rosa dibujada en la porcelana. El tinto calentaba más -"la historia de Galicia, y probablemente la de la mayor parte de la humanidad, se hizo temblando de frío", asegura Castro en el libro- y tradicionalmente este tipo de cepas era más numeroso.
Era tinto también el vino que se exportaba a América Latina para que los inmigrantes calmaran la nostalgia, y el que se usaba para preparar las sopas de cabalo canso. Con la filoxera, declarada calamidad pública a finales del siglo XIX, se autorizó la introducción de variedades americanas -las "damiselas neuróticas", como las apodó Otero Pedrayo-, menos sensibles.
A lo largo de la historia, el vino sirvió para casi todo, refresco, estimulante, medicamento para el cuerpo y el alma, sello de acuerdos o recreación más o menos enfermiza. En todos los casos se aconsejaba la moderación, el "saber beber" y estaba mal visto incitar al vecino a la borrachera. "¡Ojo con la vuelta de las fiestas, que las cabezas van calientes, y cuando el vino se empeña...es tan loco!", aconsejaba Emilia Pardo Bazán a las chicas que querían conservar su buen nombre. "El consumo del hombre era público, en la taberna, pero el de la mujer se limitaba a la casa, a veces a escondidas", cuenta Castro. También bebían a escondidas los niños, aunque el alcohol no solía estarles vetado. Como ejemplo, Castro evoca al niño Perucho de Los pazos de Ulloa, que se emborracha con el beneplácito de sus mayores, que miden con vino su fortaleza. En la actualidad, el inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 13,5 años, pero hasta bien andado el siglo XX los pequeños empezaron a beber mucho antes. La escasez limitó las adicciones: muchas familias sólo probaban el fruto de la vid en Navidad o en la fiesta del patrón; el resto del año bebían agua, o sidra en el mejor de los casos. "El alcoholismo es un invento sueco de finales del siglo XIX. Antes había simplemente viciosos", explica.
En la taberna se cerraban negocios, se deshacían matrimonios -las pacientes esposas se cansaban de esperar e iban a buscar al marido ebrio a la cantina- y se accedía a la aceptación en una comunidad nueva. Era lo que les sucedía a los hombres que se casaban con una mujer de una parroquia distinta a la suya: los vecinos de la novia, que no perdonaban la ruptura de la endogamia local, exigían una retribución en vino, que cobraban casi siempre, a pesar de que la justicia perseguía a quien imponía esta costumbre a la fuerza.
Álvaro Cunqueiro apadrinó el albariño calificándolo de "príncipe dorado de los vinos" y el Ribeiro, que "tradicionalmente representaba a Galicia", perdió la batalla de la imagen. Los cantos de taberna cesaron con la entrada de la televisión en los locales y el mercado trajo nuevas bebidas: primero, a finales del siglo XIX, el café y el chocolate, después los refrescos y la cerveza. El vino tampoco se bebe igual: ya no es muy frecuente ver a varios amigos bebiendo de la misma taza. Dice Castro que siempre había un aprovechado que se lo llevaba todo.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de marzo de 2010
El vino según los gallegos | Edición impresa | EL PAÍS
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La uva empleada para este vino procede de viejas cepas de Garnacha tinturera plantadas tras la plaga de filoxera que devastó el viñedo gallego a principios del siglo XX. Las viñas están en terrenos arcillosos, plantadas en vaso, y requieren una viticultura muy laboriosa y más en nuestro caso, que no empleamos herbicidas.
La recojida se hace de forma tardía, ya que la uva precisa cierta sobremaduración. Durante la elaboración tiene um período de paso por madeira de rebollo, pero sin perder su carácter frutal y de intensa mineralidad. Es sin duda un vino que no deja indiferente.
Calificado con 90 puntos sobre cien en la prestigiosa guía Peñín.
http://directoorigen.com/memoria-ventura-valdeorras-tinto-garnacha-p-25………………………
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